function googleTranslateEl

domingo, 28 de julio de 2013

HIPERTERMIA EFICACIA EN EL TRATAMIENTO DEL CÁNCER.  

 Soqi center El desarrollo de la Hipertermia ha dado lugar a una nueva generación de dispositivos que permiten ya su uso en el tratamiento de tejidos tumorales profundos con un control más preciso y exacto en la administración del calor lo cual aumenta los beneficios y elimina por completo los riesgos,si a esto añadimos la oxigenacion a nivel celular el proceso se acelera ya que las células cancerígenas son anaeróbicas De hecho con nuestros equipos se puede mantener en una zona concreta una temperatura muy elevada (43,5º C) durante una hora sin efectos colaterales y puede perfectamente en el trascurso del día tener dos o tres sesiones de una hora. Pues bien, a pesar de su contrastada eficacia sigue siendo una terapia ignorada por la inmensa mayoría de los oncólogos, algo inexplicable porque hasta el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos reconoce su utilidad. De hecho se han documentado ya resultados relevantes en el tratamiento de melanomas y tumores de cabeza, cuello, pechos, cerebro, vejiga, recto, pulmones, esófago, cuello de la matriz, vulva y vagina. Ya se utiliza en España, Alemania, EEUU, JAPON ,AUTRALIA la Hipertermia Regional Profunda en CLÍNICAS Y HOSPITALES. Los equipos de HTE mediante la tecnología del FOTON PLATINO  permite tratar el cáncer asegurando que las altas temperaturas obtenidas con ella dañan irreversiblemente la microcirculación tumoral -especialmente en el caso de las llamadas células en fase S, es decir, en la fase del ciclo de reproducción celular en la que se produce la replicación o síntesis del ADN-, además de aumentar la vasodilatación e incrementar la circulación sanguínea lográndose de paso otros efectos positivos indirectos como la reducción de la acidez extracelular, la mejora del metabolismo, una mayor respuesta inmunológica y una mejor eliminación de desechos tóxicos. Hoy se sabe que cualquier tumor se destruye aumentando simplemente su temperatura interna por encima de 42,5º C ya que se desnaturalizan las proteínas nucleares, de membrana y citoplasmáticas, se provocan cambios en la organización del citoesqueleto, disminuye la síntesis de ARN y ADN y la síntesis de proteínas, se produce peroxidación lipídica y se inhiben las enzimas de reparación celular. En suma, la Hipertermia es un tratamiento inocuo útil en numerosas patologías, cáncer incluido. Habiéndose constatado su utilidad especialmente cuando se usa conjuntamente con otros tratamientos naturales no iatrogénicos que suban las defensas en lugar de disminuirlas como hacen todos los productos quimioterápicos. Luego, ¿por qué no se utiliza de forma habitual en los sistemas públicos de salud? Porque sus posibilidades son muy numerosas... y no sólo en casos de cáncer. Una ponencia ilustrativa.
En suma, para Simoncini la mejor manera de afrontar un cáncer es poner bicarbonato sódico en contacto con los tumores. Tan estrechamente como sea posible. Mediante la administración oral para el aparato digestivo, enemas para el recto, duchas vaginales para la vagina y el útero, una inyección intravenosa para el pulmón y el cerebro o la inhalación para las vías respiratorias superiores. Los senos, los ganglios linfáticos y los nódulos subcutáneos deben ser tratados con perfusión local. En cuanto a los órganos internos pueden ser tratados con bicarbonato sódico usando catéteres adecuados situados en las arterias (del hígado, páncreas, próstata y extremidades) o en las cavidades (de la pleura o el peritoneo). Obviamente conociendo las dosis adecuadas y observando las reacciones porque cada paciente es diferente y debe tenerse en cuenta que la regresión de las colonias del tumor se produce entre el tercer y cuarto día y el colapso entre el cuarto y quinto por lo que seis días de administración suele ser suficiente. Simoncini explica que por lo general un ciclo completo y eficaz se compone de seis días de tratamiento y seis días libres, repetido cuatro veces.
¿Y por qué si lo que afirma es tan fácilmente constatable no se ha comprobado siquiera por los oncólogos? Según el propio Simoncini por una razón muy simple: los tratamientos del cáncer con bicarbonato sódico son muy económicos. Según cuenta un tumor de vejiga se puede tratar por 100 euros y un cáncer de piel --melanomas incluidos- por 20. Y con un 95% de éxito. Su ponencia fue, simplemente, tan arrolladora como impactante.

viernes, 19 de julio de 2013

Hipertermia

Hipertermia profunda local

En la hipertermia profunda local, el cuerpo se calienta solamente en una parte localizada. El sobrecalentamiento se concentra en el órgano o tejido afectado. De esta forma el organismo se recarga menos que en la hipertermia de todo el cuerpo, porque no afecta al tejido sano, lo que también se puede decir, en comparación con los métodos de radiación y en los tratamientos citostáticos en las terapias convencionales: el organismo soporta mejor la terapia profunda local.

Durante el tratamiento, de 60 a 90 minutos de duración, el paciente está tumbado cómodamente en una cama terapéutica calentada. Por medio de un aplicador, las ondas cortas modulables atraviesan el tejido sano y se concentran exclusivamente en la zona del tumor. Así se alcanzan temperaturas entre 42 y 44ºC. Este calentamiento daña las células del tumor.

En nuestra consulta la terapia con hipertermia local profunda se realiza en las mismas condiciones que en la terapia de hipertermia de todo el cuerpo. Aquí también se cuida al paciente dándole una atención completa en un ambiente benéfico.

Hasta ahora hemos usado la hipertermia profunda local en metástasis de estómago, recurrencias en diversos órganos, especialmente, en la mama, tumores cerebrales, otorrinolaringológicos e inoperables.


Hipertermia en todo el cuerpo




Hipertermia en todo el cuerpo

En la hipertermia de todo el cuerpo se calienta todo el cuerpo excepto la cabeza. En nuestra consulta aplicamos radiaciones infrarrojas filtradas con agua y con una alta humedad del aire para producir calor. Así conseguimos una temperatura corporal entre 39,5 y 40,5 ºC.

El ambiente en el que los pacientes de nuestra consulta se someten a la hipertermia de todo el cuerpo es, especialmente, benéfico. Tras un tiempo de preparación de una media hora, comienza la terapia de fiebre inducida que dura unas dos horas y media. Durante todo el tratamiento los pacientes reciben cuidados constantes y se vigilan todas sus funciones corporales. Se ofrecen tés ayurvédicos y una bebida tonificante. La luz tenue, la música relajante y los colores suaves de la nueva consulta ayudan a relajar el cuerpo y la mente.

Tras la fase de sobrecalentamiento, se descansa en este mismo entorno en el que los pacientes van librándose de la fiebre. Reciben oxígeno para estabilizar su estado y pueden recuperarse a través de la meditación. Nuestro equipo se ocupa del paciente durante todo el tratamiento y, tras el mismo, también se contesta telefónicamente a todas las preguntas relacionadas con la hipertermia.

Nuestra experiencia nos confirma que la hipertermia de todo el cuerpo es, sobre todo, eficaz para combatir la metástasis, los tumores que no son operables y para cierto tipo de tumores recurrentes. También se obtienen resultados en tumores menores. En nuestra consulta hemos aplicado hipertermia en carcinomas de mama, sarcomas, tumores de piel, melanomas, metástasis ósea, carcinomas de pulmón, de estómago, de páncreas, de vesícula biliar y de riñón.
Por favor, tenga en cuenta que la hipertermia es un tratamiento médico no reconocido por la llamada medicina oficial o académica. Las declaraciones anteriores de indicaciones y eficacia del método se basan en los conocimientos de la terapia y no siempre están reconocidos científicamente.


Hipertermia profunda local




Hipertermia profunda local

En la hipertermia profunda local, el cuerpo se calienta solamente en una parte localizada. El sobrecalentamiento se concentra en el órgano o tejido afectado. De esta forma el organismo se recarga menos que en la hipertermia de todo el cuerpo, porque no afecta al tejido sano, lo que también se puede decir, en comparación con los métodos de radiación y en los tratamientos citostáticos en las terapias convencionales: el organismo soporta mejor la terapia profunda local.

Durante el tratamiento, de 60 a 90 minutos de duración, el paciente está tumbado cómodamente en una cama terapéutica calentada. Por medio de un aplicador, las ondas cortas modulables atraviesan el tejido sano y se concentran exclusivamente en la zona del tumor. Así se alcanzan temperaturas entre 42 y 44ºC. Este calentamiento daña las células del tumor.

En nuestra consulta la terapia con hipertermia local profunda se realiza en las mismas condiciones que en la terapia de hipertermia de todo el cuerpo. Aquí también se cuida al paciente dándole una atención completa en un ambiente benéfico.

Hasta ahora hemos usado la hipertermia profunda local en metástasis de estómago, recurrencias en diversos órganos, especialmente, en la mama, tumores cerebrales, otorrinolaringológicos e inoperables.
CÁNCER: EL ROTUNDO FRACASO DE LA QUIMIOTERAPIA

La Quimioterapia consiste básicamente en el tratamiento del cáncer mediante sustancias químicas. Y éstas son, básicamente, de dos tipos: citostáticas -intentan impedir que las células cancerosas se multipliquen- y citotóxicas -destruyen las células cancerígenas-. El problema es que, al margen de su grado de efectividad, no son "selectivas" y, por tanto, también afectan a las células sanas. De ahí sus brutales efectos secundarios. Aunque lo más grave es que a pesar de tales efectos yatrogénicos y sus prácticamente nulos resultados se trata a la inmensa mayoría de los pacientes con ellas.
La Quimioterapia es uno de los tratamientos más indefendibles de la medicina moderna. Y sólo el hecho de que se presente por los médicos como la única alternativa a una muerte segura permite entender que los pacientes acepten someterse al deterioro físico y psíquico que provoca, más cercano casi a la tortura que a la medicina.
Hablamos de un método que nació en 1942 cuando Alfred Gilman y Fred Phillips, investigadores de la conocida Universidad de Yale, decidieron estudiar las posibilidades terapéuticas del tristemente célebre gas mostaza o Iperita, un producto venenoso que se utilizó como arma química por primera vez durante la I Guerra Mundial. Estos investigadores sabían que tras un ataque efectuado en 1917 con el gas mostaza por las tropas alemanas un médico aliado había comprobado que muchos soldados que resultaron afectados aun estando lejos del lugar donde había caído la bomba de gas morían varios días después con cuadros infecciosos o debido a hemorragias internas, constatándose que padecían una marcada disminución de sus glóbulos blancos y plaquetas así como hipoplasia (reducción del volumen de un órgano por disminución de su número de células) medular y linfática. Resultado todo ello de su condición de agente alquilante, es decir, capaz de alterar la estructura y función de las moléculas de ADN de una célula de tal manera que impide que ésta pueda multiplicarse. ¿Por qué no usar pues -se preguntaron- esa propiedad para intentar impedir la multiplicación descontrolada de las células cancerosas?
Dicho y hecho; poco después comenzarían los ensayos con roedores. Y a continuación, tras los aparentes éxitos iniciales, en humanos. En 1946 se anunciaría que se había logrado reducir de tamaño los tumores de dos pacientes, uno con un linfosarcoma y otro con un Linfoma de Hodgkin. Otros investigadores -Alper, Dameshek y Peterson- obtenían poco después resultados similares. Sin embargo, en los años 50 las investigaciones realizadas por el National Cancer Institut de Estados Unidos mostraban que los agentes alquilantes, asociados ya con esteroides y otros fármacos, no servían para lograr una mayor supervivencia de los enfermos. Una esperanza nunca lograda que desde entonces se sigue intentando. A día de hoy, sin éxito.
La Quimioterapia nació pues como un método que consiste básicamente en dar un veneno con el que destruir las células cancerosas o intentar impedir su multiplicación. Sólo que el veneno actúa igualmente sobre las células sanas. Basta leer los efectos secundarios reconocidos en los prospectos de cualquiera de los productos anticancerígenos que actualmente se comercializan para constatar que si se utilizaran en un persona sana -para qué hablar de una enferma- lo más probable es que ésta acabara muriendo. No existe lógica alguna por tanto para la práctica de la Quimioterapia. No hay en ello sentido común. Y sólo el miedo a la presunta falta de alternativas explica que se haya impuesto como terapia en el mundo. A pesar de lo cual el principal argumento utilizado por quienes dicen hablar "desde la ciencia" y se niegan a aceptar tanto otras formas de entender qué es el cáncer como la eficacia de tratamientos alternativos a los habituales es siempre el mismo: "La Quimioterapia -afirman sin fundamento alguno- es, del mal, el menor".
Kevin Murphy
, un oncólogo que trabaja en Vancouver, resume muy bien la postura convencional en Adjuvant Chemotherap, un manual concebido para que sus pacientes entiendan en qué consiste el tratamiento: "La Quimioterapia es un tratamiento difícil de entender. Tal y como un paciente me dijo: '¿Me está usted sugiriendo que me someta a un tratamiento que me va a enfermar temporalmente para tratar un cáncer que no puede usted encontrar y encima ni siquiera sabe si hacerlo me servirá de algo?".
Es similar a un seguro de vida. Cuando usted paga sus primas a la compañía de seguros está reconociendo un riesgo potencial para su vida que puede o no puede acaecer (un accidente, una enfermedad, un terremoto, un robo...). Bueno, pues el tratamiento con quimioterapia se basa en la presunción de que su aplicación puede hacer disminuir el tamaño de los tumores y "reducir" el riesgo de que vuelvan a aparecer después. Las estadísticas -controladas generalmente por quienes tienen interés en demostrar que los fármacos que prueban funcionan- indican que así sucede en un porcentaje significativo cuando se trata de cánceres de mama, colon, testículos, leucemias, linfomas y la llamada enfermedad de Hodgkin... pero las mismas son sólo una de las maneras posibles de presentar las cifras. Eso sí, sirven para que la mayoría de los enfermos crean que los posibles beneficios compensan los riesgos y acepten ser sometidos a Quimioterapia.
LA MODA DE LOS CÓCTELES.
Ante evidencia de que los fármacos anticancerígenos utilizados en Quimioterapia no sólo no curan el cáncer sino que ni siquiera prolongan la vida de los enfermos se ha instaurado la moda de aplicar "un protocolo de quimioterapia combinada". Es decir, la utilización de "cócteles" -como en el caso de los enfermos de SIDA- con varios productos que se toman al mismo tiempo. Según la versión oficial, cuando esos cócteles se toman tras una intervención quirúrgica para extirpar el tumor y además se ha sometido al paciente a Radioterapia se logran "índices de curación significativos". Claro que lo que eso significa realmente es que la "supervivencia" en los cinco años siguientes es algo mayor estadísticamente, no que el cáncer se cure porque el paciente desgraciadamente termina muriendo en la mayor parte de los casos. Y es que ya hemos explicado en artículos anteriores que cuando los oncólogos hablan de "curación" no se refieren a que uno queda libre del cáncer sino que hablan de "curación clínica", término que se aplica a todo enfermo que sigue vivo cinco años después de serle diagnosticado un cáncer. Aunque al día siguiente se muera. Un sarcasmo.
Es también evidente que aun cuando cada persona es un mundo, la respuesta a la Quimioterapia varía en función de las dosis, el tipo de fármaco que se da, la duración del tratamiento y el grado de evolución en que está la enfermedad. En realidad sólo existe una certeza sobre el asunto: todos los fármacos químicos que se utilizan para tratar el cáncer son tóxicos y, además, claramente immunodepresores, es decir, bajan las defensas naturales del enfermo. Y -por si fuera poco- la mayoría son también cancerígenos. Y no ya como efecto colateral sino como efecto primario puesto que no distinguen entre las células cancerosas y las células sanas. Destruyen ambas. Es más, la mayoría atacan la médula ósea destruyendo a la vez los glóbulos blancos cuya función es combatir las infecciones, los glóbulos rojos que llevan el vital oxígeno a los órganos del cuerpo y las plaquetas que permiten la coagulación de la sangre. Consecuentemente, todo enfermo sometido a Quimioterapia termina con su sistema inmunitario destruido o comprometido quedando expuesto a otras enfermedades por lo que no es extraño que puedan fallecer de una simple pulmonía o de una infección común. En resumen, la Quimioterapia es uno de los tratamientos más devastadores -física, psíquica y emocionalmente- a los que puede someterse una persona enferma. Y el daño interno producido se comprueba rápidamente. La mayoría de los fármacos oncológicos provocan, entre otros efectos indeseables, calvicie (el cabello puede tardar años en regresar a la normalidad), náuseas extremas, vómitos, encías sangrantes, debilidad extrema, llagas alrededor de la boca, aftas y sangrado y ulceración del tracto gastrointestinal. Muchos pacientes aseguran que los "efectos colaterales" -entre ellos, la fatiga- son incluso peores que la propia enfermedad. Una dramática realidad que no es negada por la medicina convencional. ¿Cómo iban a negar las evidencias? "Es inevitable -argumentan sus defensores-, el precio a pagar, el riesgo a correr para tratar de vencer al cáncer".
Y, sin embargo, si se sabe que los productos que se usan son tóxicos, auténticos venenos para el organismo, ¿cómo se sustenta la idea de que la quimioterapia es beneficiosa en el tratamiento del cáncer? Pues se sustenta en la creencia de los oncólogos -no demasiado avalada por los resultados finales- de que el cáncer es un mal localizado -por eso hablan de muchos tipos de cáncer distintos- que se combate de forma específica y localizada. Con lo que en la práctica han reducido en general la lucha contra el cáncer a la lucha contra los tumores. Es decir, como confunden el tumor con el cáncer utilizan medicamentos tóxicos para intentar reducir su tamaño creyendo que eso implica vencer al cáncer. Según la teoría oficial, reducir el tamaño de un tumor proporciona al paciente una mayor expectativa de vida. Una teoría, cabe añadir, que la experiencia ha demostrado falsa hasta la saciedad. Porque es verdad que en algunos casos tal cosa puede suceder pero lo cierto es que en el caso de cánceres avanzados, al final casi todos mueren. Antes de los cinco años en la mayoría de las ocasiones. Con una calidad de vida, además, mucho peor. Bueno, pues con esa simple expectativa de aumento de vida durante unos meses o unos pocos años... justifican la Quimioterapia y el auténtico drama por el que se hace pasar al enfermo. Una extraña pirueta dialéctica que adornan con lenguaje "científico" y con la que intentan convencernos -y autoconvencerse- dando por válida una secuencia causa-efecto absolutamente cuestionable. Porque,
-ES CIERTO que hay fármacos que reducen cierto tipo de tumores. Pero conviene saber que para pasar el test de "efectividad" la FDA norteamericana no exige evidencia de que los remedios salven vidas o curen algo sino sólo de que son "efectivos para el uso para el cual están pensados". "El fármaco -se dice- tendrá el efecto que se supone que tiene bajo las condiciones de uso prescriptas, recomendadas y sugeridas en la etiqueta" . Es decir, para que un producto contra el cáncer se considere "efectivo" basta que reduzca el tamaño del tumor si para ello se prescribe. Aunque no sirva para curar al enfermo, como ocurre en la mayoría de los casos.
-Por tanto, NO ES CIERTO que la reducción de un tumor implique la curación, la recuperación de la salud. Alan C. Nixon, ex presidente de la American Chemical Society, escribió al respecto: "Como químico entrenado para interpretar datos me parece incomprensible que los médicos ignoren la clara evidencia de que la Quimioterapia hace mucho, pero mucho más daño que bien".

LA QUIMIOTERAPIA, CURAR NO CURA NADA
El Dr. Ulrich Abel, experto en Bioestadística Oncológica en Heidelberg, publicó en 1990 una de las obras más críticas con la teoría oficial: Quimioterapia para cánceres epiteliales avanzados. Al decir "epitelial", el doctor Abel se refiere en su obra a las formas más frecuentes de adenocarcinoma -pulmón, mama, próstata, colon, etc-, "tipos" de cáncer que provocan el 80% de las muertes por esta enfermedad en los países industriales avanzados. Pues bien, al hacer una revisión de su obra cinco años después -que, curiosamente, nunca fue traducida al inglés- pudo constatar que las conclusiones seguían siendo válidas. Es más, todavía hoy, consultado por esta revista, considera sus resultados vigentes aun cuando reconoce no haber continuado con sus seguimientos estadísticos en este campo. Bueno, pues la obra del Dr. Abel, sin que afirme la falta de eficacia de la Quimioterapia en todos los casos, avala con sus estudios estadísticos las dudas de muchos médicos sobre la eficacia de la Quimioterapia, especialmente en las fases avanzadas. Porque, en sus propias palabras, "un análisis sobrio y sin prejuicios de la literatura (científica) raramente ha revelado que los regímenes (de medicamentos) en cuestión tengan algún beneficio terapéutico en el tratamiento de cánceres epiteliales avanzados". Después de diez años trabajando en el área de Estadística en Oncología Clínica, la inquietud del Dr. Abel acabó transformándose en certeza: "No hay evidencia, para la gran mayoría de los casos de cáncer, de que el tratamiento con estos fármacos produzca resultados positivos en los pacientes con enfermedad avanzada, ya sea en expectativas de vida o en calidad de vida". Y agrega: "La casi dogmática creencia en la eficacia de la Quimioterapia se basa con frecuencia en conclusiones falsas extraídas de datos inapropiados".
En resumen, el minucioso trabajo del Dr. Abel hasta 1995 -como quién dice, anteayer- pone en evidencia que la Oncología ha sido incapaz de proporcionar bases científicas sólidas para justificar el uso de la terapia citotóxica tal como se ha venido haciendo. A pesar de lo cual la tesis de que la Quimioterapia es eficaz está considerado un dogma de la medicina moderna desde hace décadas. Los resultados, empero, no justifican esa apuesta unilateral mientras otras líneas de investigación han sido abandonadas, descartadas o relegadas al esfuerzo individual.
La realidad es que la tasa de mortalidad en los cánceres más comunes -cáncer de colon, mama, próstata, páncreas, y ovarios- ha evolucionado muy poco en los últimos cincuenta años. Contra los tumores malignos de pulmón tampoco se ha avanzado mucho. En algunos casos, la diferencia entre aplicar Quimioterapia y no hacerlo apenas es significativa. Un estudio inglés efectuado en 1992 concluyó que en el caso del cáncer de mama de diagnóstico temprano se había hallado una modesta ventaja en cuanto a extensión de vida. Se evaluaron 31 estudios en los que participaron 11.000 mujeres y se encontró una leve ventaja de extensión de vida después de diez años en pacientes que habían recibido "poliquimioterapia" (más de un fármaco oncológico durante más de un mes). La probabilidad de que las mujeres estuvieran vivas diez años después, sin embargo, eran tan sólo del 51,3% con los medicamentos frente a un 45% sin los medicamentos. Es decir, sólo un 6,3% de diferencia en la esperanza de vida.
Bueno, pues a pesar de tan escasa -y discutible- diferencia las autoridades médicas recomiendan quimioterapia a todas las pacientes con cáncer de mama, tengan o no signos visibles de cáncer después de la cirugía. La teoría oficial mantiene que, haciendo una proyección estadística con miles de mujeres, se deduce que muchas se pueden salvar. La verdad, sin embargo, es que las estadísticas lo que demuestran es que el 93,7% no sólo no se beneficiará de la Quimioterapia sino que sus organismos serán devastados por los efectos secundarios de los fármacos oncológicos. ¿Y mejorará con ello al menos su calidad de vida? Indudablemente, no: empeorará. Porque ya hemos dicho que prácticamente todos los agentes quimioterapéuticos son tóxicos e inmunosupresores.
EL DRAMA HUMANO DE LA QUIMIOTERAPIA.
En suma, la Quimioterapia no sólo no garantiza en la mayor parte de los casos una mayor supervivencia sino que encima provoca una calidad de vida mucho peor. Uno de los principales efectos que modifican determinantemente la vida de los pacientes es la anemia, asociada a fatiga y cansancio. Y es que entre las células sanas que destruye la Quimioterapia se encuentran los glóbulos rojos, encargados de transportar el oxígeno a través de todo el cuerpo para mantener la energía. Su pérdida puede además sobrecargar el corazón haciendo que se esfuerce por aportar oxígeno donde se necesita, impedir pensar con claridad, convertir la lectura y la escritura en una tarea hercúlea, suprimir el estímulo sexual y convertir cualquier actividad cotidiana en un esfuerzo agotador.
Después están las infecciones. El paciente tendrá que luchar contra todo tipo de infecciones oportunistas porque los fármacos destruyen los leucocitos preparados para la defensa del organismo. De hecho, si se contrae cualquier infección durante el tratamiento con Quimioterapia lo normal es que el enfermo sea hospitalizado, algo que indudablemente lo debilita aún más psicológicamente porque tiene que alterar su vida y dejar sus actividades cotidianas -incluido el trabajo-, le impide cuidar de los hijos, debe permanecer alejado de la familia y los amigos.... Sin olvidar que por estar hospitalizado estará más expuesto a contraer otras infecciones. A fin de cuentas, hoy día los hospitales son auténticos focos de infección.
Además de los citados efectos a corto plazo -entre otros- la Quimioterapia puede provocar a largo plazo algunos más graves. Por ejemplo, lesiones de corazón que pueden manifestarse semanas, meses o años después del tratamiento. Un trabajo publicado el año pasado apuntalaba esta hipótesis, mantenida desde hace tiempo por algunos investigadores. Nature Medicine descubría que el mismo mecanismo que sirve para luchar contra los tumores en una de las sustancias (Herceptin) utilizadas en el cáncer de mama es responsable a su vez de causar daños en el corazón al hacer más vulnerables las células cardíacas a la toxicidad de los quimioterapéuticos que se administran a continuación.
La Quimioterapia puede también provocar pérdida de la fertilidad y, sobre todo, un mayor riesgo de reaparición del cáncer. Está demostrado que la mayoría de las productos quimoterapéuticos pueden llegar a producir cánceres secundarios, especialmente en el tracto gastrointestinal, los ovarios y los pulmones. Éstos se encuentran entre los cánceres más difíciles de tratar y pueden aparecer cinco, diez o quince años después de un primer tratamiento "exitoso" con Quimioterapia. El New England Journal of Medicine publicaba el 21 de septiembre de 1989 lo siguiente: "Se sabe que los cánceres secundarios son complicaciones causadas por la quimioterapia y la irradiación empleada para tratar linfomas y linfomas de Hodgkin además de otros cánceres primarios". Y un año después -el 5 de enero de 1990- Associated Press difundía la siguiente noticia: "Las fármacos que se usaban hace tiempo para tratar el cáncer ovárico pueden haber resultado tan nocivas como beneficiosas al incrementar enormemente el riesgo de padecer leucemia... Entre las mujeres tratadas desde 1960 hasta 1985 el riesgo de leucemia era 12 veces superior en aquellas pacientes que recibieron Quimioterapia que en aquéllas que sólo fueron sometidas a cirugía".
Cabe añadir que según el Dr. John Cairns, microbiólogo de Harvard, "entre el 5 y el 10% de los pacientes que sobreviven a la Quimioterapia mueren luego de leucemia en los diez años posteriores al tratamiento". Y que cuando -como muchos oncólogos proponen- "la Quimioterapia y la radiación se aplican conjuntamente los tumores secundarios se dan en una proporción aproximadamente 25 veces mayor de lo esperable". Esta determinación tan contundente fue realizada por el Dr. John Laszlo siendo vicepresidente superior de investigación de la Sociedad Americana contra el Cáncer.
"Las nuevas combinaciones quimioterapéuticas no están aportando ni más supervivencia ni más calidad de vida que otros protocolos más antiguos en los cánceres más significativos pero están elevando la factura de forma considerable", denunciaba hace poco. el Journal of National Cancer en un trabajo en el que se comparaba la eficacia y el coste de la combinación cisplatino-vinorelbina con la de paclitaxel -el conocido Taxol- y carboplatino. Este último protocolo, comparado con el primero, eleva el gasto total del tratamiento en 9.000 euros, una diferencia sustancial sin que por ello mejoren los resultados finales. Lo de siempre: no hay mejores resultados pero sí más gastos en medicamentos y más ingresos para la industria. Con la complicidad de los ministerios de Sanidad.
LA MEDICINA, COMO LA JUSTICIA: CIEGA.
Como oficialmente se ha decidido no trabajar en nuevas líneas de investigación los médicos siguen basando en la Quimioterapia buena parte de los tratamientos contra el cáncer. Para algunos es lo "lógico" a la vista de que sus conocimientos sólo apuntan en la dirección de los fármacos agresivos; para otros es un callejón sin salida. El ya citado Dr. Abel realizó una encuesta entre cientos de oncólogos y su conclusión fue ésta: "Las opiniones personales de muchos oncólogos parecen contrastar de manera llamativa con lo que se comunica al público". Ya en un artículo titulado Chemotherapy: Snake-Oil Remedy? aparecido en Los Angeles Times el 1 de septiembre de 1987, el Dr. Martin F. Shapiro denunciaba públicamente que "mientras algunos oncólogos informan a sus pacientes de la falta de evidencias reales de los tratamientos... otros se dejan llevar por los estudios científicos que manifiestan un optimismo injustificado sobre la Quimioterapia. Y algunos más responden sencillamente a los incentivos económicos; los médicos pueden ganar mucho más dinero practicando la Quimioterapia de lo que pueden ganar proporcionando solaz y alivio a los pacientes agonizantes y sus familias ". El Dr. Shapiro no es, en todo caso, el primero -ni el único- en hacer esta denuncia. El doctor Alan Levin, profesor de Inmunología en la Facultad de Medicina de San Francisco, afirmó ya en 1985 durante una conferencia sobre los abusos en la medicina lo siguiente: "Los médicos generalistas son intimidados para seguir protocolos que se sabe que no funcionan. Uno de los ejemplos más evidentes es la Quimioterapia, que no funciona en la mayoría de cánceres".Y agregó: "A pesar de que la mayoría de los médicos está de acuerdo con que la Quimioterapia resulta en gran medida ineficaz se ven coaccionados a usarla por grupos de interés especiales que tienen intereses creados en las ganancias que produce la industria".
En 1986 un grupo de investigadores del McGill Cancer Center hizo una encuesta entre 118 médicos que trataban el cáncer de pulmón con quimioterapia pidiéndoles que imaginaran que enfermaban de cáncer y comunicaran con qué tratamientos habituales de Quimioterapia aceptarían ser tratados. Pues bien, 64 de 79 aseguraron que no consentirían en modo alguno estar en ningún tratamiento que incluyera cistaplino, un producto común en Quimioterapia. Es más, ¡cincuenta y ocho! dijeron que los ensayos sobre esos fármacos no eran asumibles porque no demostraban su eficacia y en cambio su toxicidad era inaceptable. ¿Le cabe alguna duda aún, amigo lector, de que médicos y medicina permanecen ciegos ante la realidad?
Ahora bien, ¿significa esto que las personas relacionadas con las investigaciones sobre cáncer y la industria farmacéutica forman parte de algún tipo de conspiración para detener la cura del cáncer? Edward Griffin, en su obra The Politics of Cancer, no lo cree: "(...) Afrontémoslo: esas personas mueren de cáncer como todo el mundo (...) Es obvio pues que no ocultan conscientemente un posible control de la enfermedad. Lo que significa es que el monopolio médico del cartel (farmacéutico-químico) ha creado tal clima de influencias en nuestro sistema educativo que la verdad científica se sacrifica a menudo a los intereses creados".
En esta misma línea parece apuntar la información publicada el 26 de enero de este año en The New York Times titulada Las ventas de medicamentos (utilizados en quimioterapia) producen altas ganancias a los oncólogos". Según el diario, "en un momento en el que el conjunto del gasto en medicamentos de prescripción está por las nubes, los especialistas en cáncer (en los EEUU) se están embolsando centenares de millones de dólares cada año vendiendo fármacos a los enfermos, una práctica que casi ningún médico sigue". Se trata, ante todo, de un negocio. Para la industria... y para los oncólogos.
Según datos del Medical Group Management Association, entre 1997 y 2001 la venta de fármacos llevó a los oncólogos a aumentar sus ingresos en un 40% (ganan de media casi 300.000 dólares al año, incluidas las ganancias extras por venta de medicamentos antitumorales), lo que les ha puesto al frente de la lista de quienes más ganan entre los especialistas médicos. Un grave conflicto de intereses que fue denunciado hace ya un año por el doctor Nicholas González, director en Estados Unidos de un programa federal de tratamiento del cáncer de páncreas con terapia nutricional. González denunció públicamente que los oncólogos muy raramente recomendaban a sus pacientes que se trataran con esta terapia y afirmó que, a su juicio, buena parte del problema era "financiero": "Los oncólogos pueden ingresar hasta 20.000 dólares con un tratamiento de Quimioterapia para el cáncer pancreático... aunque no funciona. Pero es el tratamiento normal y está cubierto por el seguro. Además, si recomendaran a un paciente entrar a formar parte de nuestro estudio de tratamiento del cáncer con Nutrición el enfermo dejaría de ser tratado con fármacos y ellos perderían esos ingresos. Ese es el problema. Algunos llevan además sus propios estudios con Quimioterapia y no están dispuestos a dejarnos los pacientes a nosotros".
Hay que añadir que esta denuncia tiene su fundamento no sólo en el hecho de que los propios médicos venden los medicamentos -lo que de por sí propicia la sospecha- sino en algunos datos publicados con anterioridad. La alarma sobre ese posible conflicto de intereses la hizo sonar el 12 de mayo del 2001 un estudio del Dr. Ezekiel J. Emanuel, bioético y oncólogo que trabaja en los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, quien levantó una considerable polémica durante una reunión de la Sociedad Americana de Oncología Clínica en San Francisco. Resulta que tras estudiar los casos de casi 8.000 pacientes de Massachussets había constatado que en sus últimos meses de vida a todos los enfermos de cáncer se les daba Quimioterapia aunque se supiera que no respondían ya al tratamiento. "Podría entenderse -denunció- que se de Quimioterapia para reducir el tumor y aliviar los dolores a los pacientes que responden al tratamiento pero hacerlo con quienes no responden es duro de justificar". Los oncólogos se defenderían afirmando que en muchas ocasiones son los propios pacientes o sus familiares los que lo piden aferrándose al tratamiento como última esperanza.
Afortunadamente, en España los médicos no venden directamente los medicamentos. Desafortunadamente, las terapias complementarias siguen dejándose oficialmente de lado.

CUESTIÓN DE OBJETIVOS.
Terminamos diciendo que los enfermos de cáncer deberían entender que cada caso es individual y que son muchos los factores que intervienen en una posible remisión, comenzando probablemente por la fe del paciente en el propio tratamiento. Y no es nuestra intención arrebatar la esperanza a nadie pero el propio Mariano Barbacid ha reconocido públicamente que el éxito de la Quimioterapia se cifra sólo en el 10% de los casos. Y está por demostrar si esa cifra no está engordada con falsos positivos -personas tratada de cáncer sin tenerlo, algo más habitual de lo que pudiera parecer- y si se ha descontado el 5% de error estadístico que se considera "normal". Ciertamente, hay casos en los que los tumores han remitido con un tratamiento quimioterapéutico. Están constatados. Que fueran o no realmente malignos es otro cantar. Y que esa remisión supusiera su curación, es decir, que el cáncer desapareciera, está también por demostrar. A los enfermos de cáncer no se les sigue habitualmente la pista cinco o diez años después de finalizar el tratamiento. Se ignora, por tanto, cuántos casos de cáncer reales tratados con Quimioterapia se han "curado" o han sobrevivido más de 10 años. Esas estadísticas prácticamente no existen. No interesan.
Como no interesa dar a conocer que existen otras formas de entender qué es el cáncer y cómo afrontarlo. De ello les hablaremos en próximos números.
Antonio Muro.


--------------------------------------------------------------------------

Terapias Alternativas Contra el Cáncer
© Richard Walters (Extraído de "Opciones: El libro de las terapias alternativas contra el cáncer"). 

Este año, un millón de americanos se enterarán de que padecen cáncer. Aproximadamente dos de cada tres pacientes de cáncer morirán a causa de esta enfermedad (o a causa de la terapia empleada) en el transcurso de cinco años desde su diagnóstico.
Mientras los medios de comunicación periódicamente anuncian grandes descubrimientos en relación al cáncer, las curas se dan principalmente en los anuncios de la prensa. La guerra contra el cáncer" ha resultado ser un fracaso colosal a pesar de los cientos de miles millones de dólares invertidos en investigación y tratamiento.

Los tres métodos comprobados para el tratamiento del cáncer - la quimioterapia, la radiación, y la cirugía - pueden en realidad acortar la vida del paciente en muchos casos. Todos estos tratamientos son invasivos, tienen efectos colaterales devastadores, y solo tratan los síntomas. Todos ellos pueden ocasionar la expansión del cáncer o bien su reincidencia. Si bien estos métodos, perjudiciales para la inmunidad del cuerpo, a veces pueden ser necesarios, sus resultados exitosos se han limitado principalmente a formas relativamente raras de cáncer o a las fases tempranas de la enfermedad. Para la mayoría de los cánceres en los adultos, las terapias ortodoxas virtualmente no resultan curativas, aunque pueden de alguna manera alargar el tiempo de vida. En el caso de muchos pacientes, las terapias normales acortan el tiempo de vida: "La mayoría de los pacientes de cáncer en este país muere a causa de la quimioterapia", comenta el Dr. Alan Levin de la Facultad de Medicina de la Universidad de California. "La quimioterapia no elimina el cáncer de mama, colon, o pulmón. Este hecho ha sido documentado durante más de una década .... Existen mayores probabilidades de que las mujeres que padecen cáncer de pecho mueran más rápidamente con la quimioterapia que sin ella". 1

Sólo entre 2 y 3 por ciento del casi medio millón de americanos diagnosticados con cáncer cada año son salvados por la quimioterapia, según el Dr. John Cairns de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard.2 A pesar de ello, más de la mitad del total de los pacientes enfermos de cáncer habitualmente recibe drogas para el tratamiento con quimioterapia las cuales pueden reducir las posibilidades de supervivencia del paciente. Todas las drogas empleadas en la quimioterapia son tóxicas y muchas de ellas son cancerígenas, es decir que pueden producir cáncer. El uso desmedido de la quimioterapia, un negocio que deja aproximadamente alrededor de $750 millones anuales con la venta de drogas solamente, constituye un escándalo nacional.

Desilusionados con los tratamientos normales contra el cáncer, los cuales a menudo tienen efectos colaterales devastadores y generalmente cuestan alrededor de $30.000 o más, miles de pacientes están volviendo a las terapias no tóxicas o alternativas. Frecuentemente llamadas complementarias, no ortodoxas, o no convencionales, estas terapias incluyen métodos nutritivos, con hierbas, metabólicos, fortalecedores del sistema inmunológico, biológicos, farmacológicos no tóxicos, además de los métodos psicológico-conductuales. Si bien las terapias alternativas son muy variadas, todas ellas están arraigadas en la idea de que un cuerpo verdaderamente saludable no ha de desarrollar cáncer. Los médicos alternativos creen que la causa del cáncer se encuentra a menudo en la alteración del sistema inmunológico o en un desequilibrio corporal que permite que el tumor se desarrolle.

Las terapias alternativas comparten ciertos rasgos comunes. Son relativamente poco tóxicas, a diferencia de la quimioterapia y la radiación, que destruyen a las células normales. Estas terapias apuntan a limpiar el cuerpo, estimular sus defensas naturales y su capacidad para destruir tumores. Poseen niveles de seguridad relativamente altos en comparación con los tratamientos ortodoxos. Muchas o la mayoría de las terapias alternativas combinan dietas especiales; complementos vitamínicos, minerales, y enzimas; desintoxicación; oxigenación; estimulación inmunológica; y regímenes psicológicos o espirituales para promover una curación gradual.

Para los médicos tradicionales, el cáncer es una enfermedad localizada, que debe ser tratada de manera también localizada. Cortando el tumor, irradiándolo, o invadiendo el cuerpo con drogas tóxicas (y a menudo cancerígenas), el médico ortodoxo busca destruir el tumor y así salvar al paciente. Pero la mayoría de las veces, el cáncer sigue presente y ha desarrollado metástasis (es decir, se ha extendido a otra parte del cuerpo). El método convencional, la alopatía, con toda su parafernalia de alta tecnología, se basa en una filosofía médica primitiva: ataca a la enfermedad "enemiga" de manera agresiva. A menudo, el paciente resulta devastado durante el proceso, mientras que el cáncer y sus causas subyacentes permanecen.

Por el contrario, el médico alternativo considera al cáncer como una enfermedad sistémica, la cual involucra al cuerpo entero. Desde este punto de vista, el tumor es meramente un síntoma y la terapia apunta a corregir las causas desde la raíz. En lugar de atacar al tumor de manera agresiva, muchas terapias alternativas se centran en la reconstrucción de la inmunidad natural del cuerpo y el fortalecimiento de su habilidad inherente para destruir las células del cáncer. Varias terapias alternativas también incluyen medidas naturales para atacar directamente y destruir al tumor, ya sea mediante hierbas, enzimas, u otros medios.
Muchos pacientes de cáncer considerados "terminales" o "desahuciados" por sus médicos convencionales comenzaron a usar terapias alternativas, se recuperaron totalmente, y viven bien cinco, diez, veinte años, o más después de recibir sus fatales diagnósticos. Otros pacientes que siguen protocolos alternativos experimentan tiempos de sobrevida prolongados, alivio del dolor y el sufrimiento. Las terapias alternativas contra el cáncer no resultan efectivas en todos lo casos, muchos mueren. No existen soluciones mágicas, no hay garantías. Desafortunadamente no hay estadísticas confiables acerca de los resultados obtenidos a través de los tratamientos alternativos. Algunas de las terapias funcionan durante algún tiempo para algunas personas.

El establishment médico ignora la existencia de estos sobrevivientes del cáncer o bien los rechaza por considerarlos "evidencia anecdótica". Otro ardid del establishment es afirmar que las personas que se curaron mediante las terapias alternativas en realidad se recuperaron mágicamente debido al tratamiento previo - aunque la quimioterapia tóxica o la radiación inmuno-destructora administrada meses o años más antes no haya tenido absolutamente ningún efecto en el retardo de la enfermedad de rápido avance o con metástasis.

Otra táctica favorita del establishment es decir que los pacientes de cáncer que fueron curados a través de las terapias alternativas simplemente sufrieron "remisiones espontáneas". Ésta es la jerga médica usada para justificar la "recuperación inexplicable", una hoja de higuera para cubrir la ignorancia de los médicos que no pueden explicar lo sucedido. En realidad no existe tal remisión espontánea, como muchos médicos reconocen. Siempre debe haber una causa o mecanismo para la regresión aparentemente espontánea del tumor.3 El estudio más abarcativo jamás realizado acerca de la remisión espontánea de cánceres avanzados dio un insignificante total de 176 casos en la literatura médica mundial comprendida entre los años 1900 y 1965. Esto significa que las probabilidades de que un médico encuentre varias remisiones espontáneas en su vida son prácticamente nulas.4 Sin embargo, hay médicos alternativos que cuentan con centenares de las denominadas remisiones espontáneas de cáncer avanzado en su haber.

Después de analizar 200 casos de la denominada regresión espontánea del cáncer, el profesor canadiense y doctor en medicina Harold Foster, encontró en 1988 que la gran mayoría de estas personas (88 por ciento) había hecho importantes modificaciones alimentarias, generalmente se habían volcado a una dieta estrictamente vegetariana y evitaban las harinas blancas, azúcar, y alimentos en conserva o congelados - antes de que se produjera la regresión dramática o remisión completa del tumor.5 La mayoría de estos pacientes también usó complementos vitamínicos, minerales, y suplementos de hierbas además de métodos de desintoxicación. Todos éstos son rasgos prominentes en algunas de las terapias alternativas contra el cáncer mencionadas en este libro.

El cáncer es un enigma biológico. No existe un acuerdo unánime acerca de qué es lo que hace que las células crezcan anormalmente, se multipliquen de manera interminable, desenfrenada. Podrían existir muchas maneras válidas diferentes de tratar el cáncer. Según Michael Evers, director ejecutivo del proyecto CURE, existen enfoques serios, con basamento científico, para el tratamiento del cáncer que no entran en el modelo tradicional. Nosotros no estamos hablando de medicina de charlatanería médica ni de curanderos." Como grupo dedicado a la defensa del paciente, el Proyecto CURE respalda "un sistema médico pluralista" que permita a los pacientes acceder a las terapias no tóxicas contra el cáncer como parte de la práctica médica normal. La mayoría de los americanos, según parece, apoyan este objetivo. En septiembre de 1985 una encuesta nacional general realizada por la prensa y los medios de comunicación revelaron que la mitad de los americanos cree que se debe permitir el funcionamiento de clínicas oncológicas alternativas en Estados Unidos, incluso cuando los tratamientos que ellos ofrecen se opongan al establishment de la medicina ortodoxa. Más de la mitad de los encuestados dijeron que elegirían dicho tratamiento ellos mismos si se les diagnosticara un cáncer.

A pesar del apoyo del público y el creciente interés por los métodos alternativos no tóxicos, no invasivos, el establishment médico ha emprendido una feroz campaña contra estas terapias, rotulándolas de charlatanería. Se le ha puesto candado a los centros de tratamiento. Se ha enviado a la cárcel a los médicos que indicaban tratamientos basados en la nutrición o que empleaban hierbas. Los médicos responsables que verbalmente han apoyado o empleado terapias alternativas han sido despedidos, degradados, aislados o se les han revocado sus licencias. Mientras la medicina oficial suprime o frustra aquellas alternativas prometedoras, destina miles de millones de dólares para las investigaciones que apoyan a la quimioterapia, la radiación, y la cirugía como armas principales en la guerra contra el cáncer." Esa guerra ha sido un fracaso total ya que no ha logrado retardar la mortalidad. La mortalidad global a causa del cáncer, según la edad, se ha incrementado un 5 por ciento desde el comienzo de la guerra contra esta enfermedad.

"Todos debemos saber que 'la guerra contra el cáncer' es un gran fraude", escribió el Dr. Linus Pauling, dos veces ganador del Premio Nobel. Otro ganador de este premio, el Dr. James Watson, el co-descubridor de la doble hélice del ADN, fue más terminante. Watson perteneció durante dos años al Comité Asesor Nacional sobre Cáncer. En 1975 se le consultó cuál era su opinión sobre el Programa Nacional contra el Cáncer, y él contestó rápidamente, "es una mierda". 6 La tasa de mortalidad para los cánceres más comunes, cáncer de pulmón, colon, pecho, próstata, páncreas, y ovarios, ha seguido igual o se ha incrementado en los últimos cincuenta años. Como se mencionara en la revista Business Week publicada el 22 de septiembre de 1986 "La cirugía, la radiación, y las drogas altamente tóxicas tienden todas a fracasar por una razón verdaderamente simple: un tumor del tamaño de un dedo pulgar contiene mil millones de células malignas. Aunque el tratamiento eliminara el 99.9% de ellas, un millón de células permanecerán y volverán a reproducirse."

Se puede vivir mucho tiempo más sin necesidad de someterse a ningún tratamiento convencional. Ésa era la conclusión del fallecido Dr. Hardin Jones, profesor de física médica en la Universidad de California Berkeley. Después de analizar cuidadosamente las estadísticas de supervivencia al cáncer durante veinticinco años, Jones dijo en una reunión de la Sociedad Americana del Cáncer realizada en 1969 que los pacientes sin tratamiento no mueren antes que los pacientes que reciben tratamientos ortodoxos, y en muchos casos viven más tiempo.7 Tres estudios realizados por otros investigadores apoyan esta conclusión negativa que nunca ha sido refutada.

Los mitos en torno a las terapias alternativas contra el cáncer

Muchos mitos y conceptos erróneos rodean a las terapias alternativas contra el cáncer. A continuación intentaremos clarificar los más comunes.

Mito #1: Todas las terapias alternativas contra el cáncer no tienen sentido.

Ésta es la posición oficial de la "industria del cáncer" que factura $80 mil millones al año y que está íntimamente asociada a las terapias ortodoxas. Pero los hechos cuentan una historia muy diferente. Los pacientes con cánceres avanzados, con metástasis, considerados médicamente como incurables por sus médicos convencionales, han revertido sus enfermedades mediante el uso de terapias alternativas y en la actualidad están totalmente curados. Son muchos más los pacientes que han podido al menos mantener sus cánceres bajo control y llevar vidas activas y productivas a través de terapias no tóxicas. Algunos médicos alternativos han reunido evidencia clínica, que incluye estudios y casos cuidadosamente documentados, para demostrar la seguridad y efectividad de sus métodos. Esta evidencia es habitualmente rechazada por la ortodoxia médica argumentando que no cumple con determinados criterios, tales como pruebas controladas dobles (en las que a la mitad de los pacientes no se les administra el tratamiento en cuestión).

Estas curas no significan que todos los métodos no convencionales funcionen. Algunos pueden ser ineficaces o fraudulentos. "La mayoría de las terapias alternativas son casi totalmente inútiles, al igual que las terapias convencionales", dice Patrick McGrady, Jr., fundador de CANHELP.

Las estimaciones de los índices de éxito con las terapias alternativas varían ampliamente. Lo que funciona para un paciente o tipo de cáncer puede fracasar con otro que tenga el mismo o un tipo de mal diferente. El defensor de la salud holística Gary Null, quién dedicó años a la investigación de las clínicas alternativas y a la entrevista de pacientes, sostiene que los índices de éxito han pasado "del 2 al 20 por ciento" en los casos de cáncer terminal. Algunos médicos alternativos exageran sus resultados, con índices de remisión en 5 años del 60% o más. Patrick McGrady es escéptico ante tales afirmaciones. "Sería bueno, si fuera verdad."

"Mi impresión subjetiva, dice Ralph Moss, editor del boletín The Cancer Chronicles, "es una tasa de remisión en 5 años entre el 4% y 5% básica en todas las clínicas alternativas. De esta manera la cifra sube con casos menos severos. Si yo encontrara una tasa de remisión en 5 años del 20% sería realmente genial." De todos modos Moss siente que este índice de éxito es altamente significativo. "Después de todo, no se supone que estas terapias curen, según la medicina ortodoxa". Señala que la oportunidad para la recuperación en muchos pacientes se ha visto socavada por la radiación y la quimioterapia previas, las cuales pueden dañar severamente la respuesta inmunológica y el normal funcionamiento del cuerpo.

Mito #2: Los terapeutas oncológicos alternativos son charlatanes inescrupulosos, sin licencia ni capacitación en medicina, e interesados en hacer dinero fácil.

Este estereotipo se puede aplicar a algunos médicos. Sin embargo, con demasiada frecuencia, se mete en la misma bolsa a todos los médicos y terapeutas que trabajan más allá de los límites de la medicina convencional. La realidad es justamente todo lo contrario.

En un estudio realizado en 1984 en los Anales de Medicina Interna, Barrie Cassileth, Ph.D., y sus colegas investigadores hallaron que 60 por ciento de los 138 médicos oncológicos alternativos investigados eran doctores en medicina. Del 40 por ciento restante, muchos tenían doctorados en biología, química, y otras ciencias relacionadas además de una extensa trayectoria en investigación.8

La Sociedad Americana del Cáncer (ACS) lleva un compendio de "Métodos no comprobados contra el cáncer" el cual funciona como la herramienta principal del establishment oncológico para rotular a las terapias alternativas como pseudociencia. Para la ACS "no comprobado" significa "refutado". Además de esto, la declaración de los jueces de la ACS según los cuales "no existe ninguna evidencia aceptable" para una terapia particular, generalmente se suma a una completa desestimación de los datos que la sustentan.9 La inclusión del nombre del médico y la terapia empleada en esta desafortunada lista negra oficial conduce a la pérdida de fondos, a una repentina imposibilidad de conseguir la publicación de artículos, al rechazo de aplicaciones de ensayo, y al acoso de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA), cuando no, a la cárcel. La lista negra de la ACS "se parece a las listas de las 'organizaciones subversivas' alguna vez mantenidas por el "House Un-American Activities Committee", observa Ralph Moss en su dura exposición, La Industria del Cáncer (ver el Apéndice A). "El simple hecho de incluir el nombre de un científico en la lista tiene el efecto de condenar su trabajo y ponerle la etiqueta de charlatán a él y a sus esfuerzos". 10

El análisis realizado por Moss sobre los terapeutas no ortodoxos cuyos nombres aparecen en la lista de Métodos No Demostrados de la ACS revela que el 65 por ciento de ellos eran Doctores en Medicina, muchos egresados de prestigiosas facultades de medicina; un 13 por ciento adicional tenía Doctorados (PH.D.) en disciplinas médicas o científicas.

"Varios de los científicos en las listas de Métodos No Demostrados de la ACS eran sin duda personas de genio", observa el escritor de ciencias Robert Houston.11. Entre los ejemplos que él cita se encuentra Max Gerson, Doctor en Medicina cuyo tratamiento del cáncer a través de dietas se anticipó a muchas de las tendencias de investigación actuales. Gerson fue aclamado por el Premio Nobel Dr. Alberto Schweitzer quien escribió "veo en él a uno de los genios médicos más eminentes en la historia de la medicina."

Estos médicos difícilmente encajen en la imagen de vendedores de aceite de serpiente.

Mito #3: Los Pacientes que buscan terapias alternativas están guiados por la desesperación. Son ignorantes, incautos o ambas cosas.

Contrariamente a este estereotipo, estudios recientes han demostrado que las terapias alternativas contra el cáncer son más populares entre pacientes opulentos, con un buen nivel de educación, y que sorprendentemente tienen el respaldo de algunos médicos convencionales. "Se ha explotado el estereotipo de las personas menos educadas, pobres que sucumben a los señuelos de la charlatanería", decía el Dr. LaMar McGinnis en una conferencia organizada por la Sociedad Americana contra el Cáncer en San Francisco en 1990. McGinnis, ex-presidente del Comité sobre Métodos No Demostrados de la CAS y no muy amigo de los tratamientos alternativos, basó sus comentarios en un estudio no publicado por la CAS sobre un total de 5.047 pacientes.

"Muchos pacientes que reciben atención alternativa no cumplen con el estereotipo tradicional carente de educación, enfermos terminales que han agotado todos los tratamientos convencionales", escribía Barrie Cassileth en su estudio que marcó un hito en 1984 (ver Mito #2). Ella observó que los pacientes de cáncer tratados con terapias alternativas contaban con un nivel de educación significativamente más alto que los pacientes sometidos exclusivamente a tratamientos convencionales. Muchos fueron atraídos a las terapias alternativas enfatizando la responsabilidad personal, la nutrición y el apartamento de lo que los pacientes consideraban deficiencias de la atención médica ortodoxa. La mayoría de los pacientes pagó menos de $1.000 por el primer año de tratamiento alternativo. Incluso, teniendo en cuenta la inflación y las fuertes variaciones en los honorarios, estos gastos resultan modestos comparados con los $2.500 diarios que demanda el establishment médico por sus procedimientos invasivos. Cassileth también observó que la terapia alternativa era realmente aceptada por los médicos de cabecera de los pacientes en un 30 por ciento de las veces.

Mito #4: Las terapias alternativas contra el cáncer no han sido "demostradas", por consiguiente no son comprobadas ni científicas.

La Sociedad Americana contra el Cáncer tiene setenta y dos terapias alternativas contra el cáncer en su lista de Métodos No Demostrados. En su revelador análisis de la lista negra de la ACS, Ralph Moss advierte que para el 44 por ciento de estas terapias condenadas, la ACS o ninguna otra agencia había realizado investigación alguna. En otro 11 por ciento, las investigaciones habían arrojado resultados positivos. En un 16 por ciento se habían obtenido resultados inconclusos. Y para el 29 por ciento restante, los jueces de la ACS habían determinado que los métodos en cuestión eran ineficaces, teniendo en cuenta que, como lo indicaba Moss, "Virtualmente todos los jueces de la ACS son médicos ortodoxos con intereses creados en el sistema. Para hacer sus valoraciones, ellos se basan en informes de segunda o tercera mano como es el caso de artículos de revistas y asociaciones médicas extranjeras".

La Hipertermia, o la terapia con calor, alguna vez considerada como un "remedio inútil" y "chapucero" por la ACS, fue eliminada años después de la lista de Métodos No Demostrados. En la actualidad, la hipertermia se está siendo utilizando en los principales centros médicos; ha sido avalada por algunos médicos oncólogos como la principal modalidad de tratamiento contra el cáncer después  la cirugía, la radiación, las drogas, y la inmunoterapia. Éste es el mismo método que la ACS desterró en 1967.

Otros cuatro tratamientos no ortodoxos contra el cáncer alguna vez estigmatizados por su inclusión en la lista negra de la ACS fueron posteriormente eliminados de la misma: el sulfato de hidracina, la terapia de Coley, la terapia de Lincoln, y la terapia de Inmunidad Natural de Hendricks. Su "rehabilitación" al estilo Stalinista se produjo a través de la presión de investigadores e instituciones prestigiosas con un profundo interés en la exploración de estos métodos.

Estos ejemplos demuestran el prejuicio construido dentro del sistema no científico de la ACS, el cual tiene como principal objetivo la protección de los intereses monetarios de la quimioterapia, la radiación, y la cirugía. Es necesario tener una mente abierta a todas las opciones disponibles.

El Mito de las Terapias "Demostradas"


La mayoría de las prácticas cotidianas en la medicina moderna no están demostradas si nos guiamos por las mismas normas impuestas por el gobierno. En 1978, la Oficina de Evaluación Tecnológica (OTA), un brazo del Congreso de Estados Unidos, emitió un informe sobre una importante investigación en el que se llegaba a la conclusión de que "sólo entre el 10 y el 20 por ciento de todos los procedimientos actualmente empleados en las prácticas médicas han demostrado, a través de ensayos controlados, ser eficaces. En otras palabras, entre el 80 y el 90 por ciento de lo que los médicos aplican son conjeturas no comprobadas científicamente. Gracias a esta definición sustentada por el gobierno, la mayor parte de la medicina moderna debería considerarse chapucería. 12

La quimioterapia y la radiación, dos de los tres principales métodos comprobados para el tratamiento del cáncer, aparentemente entran dentro de la definición de la OTA como métodos no demostrados, charlatanería potencialmente peligrosa, por lo menos en gran parte de su uso actual en los Estados Unidos. La quimioterapia, la radiación, y la cirugía son todas nocivas para el cuerpo así como para el tumor y todas éstas causan sufrimiento físico y trauma emocional que frecuentemente constituyen una experiencia insoportable. Cada uno de estos métodos merece un análisis más profundo.

La quimioterapia

La quimioterapia ha tenido éxitos dramáticos en el tratamiento de cánceres de la linfa y las células de la sangre: las leucemias, los linfomas, y la enfermedad de Hodgkin (un tipo de cáncer de la linfa). Estos cánceres se tratan mediante la quimioterapia combinada en la que se utiliza un "cocktail" de varias drogas tóxicas diferentes al mismo tiempo. Estos cocktails, cuando han sido precedidos por la cirugía y la radioterapia, han alcanzado índices de curación significativos, principalmente en el caso de tipos raros de tumores sólidos tales como el coriocarcinoma.

La clínica Janker en Bonn, Alemania, es famosa por sus tratamientos con quimioterapia de corto plazo, alta dosificación, normalmente administrada durante un período de una o dos semanas. Los informes publicados (aunque no científicos) adjudican a la clínica un índice increíble del 70 por ciento en remisiones y curas en pacientes que tenían cánceres con una amplia metástasis. Esta cifra parece cuestionable porque la mayoría de los pacientes se dirige a esta clínica como último recurso, con sus sistemas ya devastados por los tratamientos convencionales. Los médicos americanos escépticos dicen que las remisiones duran muy poco tiempo y que cuando el cáncer vuelve, resulta rápidamente fatal.13 Virtualmente todas las drogas contra el cáncer aprobadas por la FDA son tóxicas en las dosificaciones aplicadas y resultan notablemente immunodepresivas, destruyendo la resistencia natural del paciente a muchas enfermedades, incluso el cáncer. La mayoría de estas drogas aprobadas por la FDA resultan también cancerígenas, es decir, que tienen una alta probabilidad de producir cáncer en animales de laboratorio y capaces de causarlo también en los seres humanos.

Todas estas drogas resultan venenosas no como efecto colateral sino como efecto primario, puesto que estos venenos no pueden distinguir entre las células cancerosas y las células normales, destruyen o matan a las células normales, saludables de todo el cuerpo además de atacar al tumor. Atacan la médula ósea, destruyendo a la vez a los glóbulos blancos cuya función es combatir la infección; los glóbulos rojos que llevan el vital oxígeno a los órganos del cuerpo; y las plaquetas que permiten la coagulación de la sangre. Desafortunadamente, éstas células del sistema inmunológico constituyen una parte importante de la defensa propia del cuerpo contra el cáncer.

Los pacientes sometidos a la quimioterapia, con sus sistemas inmunológicos completamente destruidos o comprometidos, frecuentemente mueren de pulmonía o infecciones comunes. La muerte por intoxicación también es bastante común. En un estudio, 10 por ciento de los 133 pacientes que usaron la droga oncológica 5-FU (fluorouracilo-5) murieron como consecuencia directa de la toxicidad de la droga.14 Los doctores se refieren jocosamente a esta conocida droga oncológica como "Cinco pies abajo". Los pacientes sometidos a la quimioterapia llegan con todo tipo de enfermedades de la sangre, tales como la anemia aplásica, en que la médula del hueso ya no puede producir las células de la sangre; la leucopenia, una disminución anormal en la cantidad de glóbulos blancos; y trombocitopenia, una reducción anormal de las plaquetas. Los efectos a largo plazo de la quimioterapia pueden incluir lesiones al corazón semanas, meses, o años después del tratamiento; la pérdida de fertilidad; y un mayor riesgo de reincidencia del cáncer.

La mayoría de las drogas oncológicas producen cánceres secundarios, sobre todo del tracto gastrointestinal, ovarios, y pulmones. Éstos se encuentran entre los cánceres más difíciles de tratar y pueden aparecer cinco, diez, quince años después del tratamiento "exitoso" con quimioterapia. En un estudio se observó que el 18 por ciento de los sobrevivientes desarrollaron cánceres no relacionados quince años más tarde. Los siguientes informes son bastante habituales: "Se sabe que los cánceres secundarios son complicaciones causadas por la quimioterapia y la irradiación empleada para tratar linfomas y linfomas de Hodgkin además de otros cánceres primarios" (New England Journal of Medicine, 21 de septiembre de 1989). Las drogas oncológicas que se usaban hace tiempo para tratar el cáncer ovárico pueden haber resultado tan nocivas como beneficiosas al incrementar enormemente el riesgo de padecer leucemia... Entre las mujeres tratadas desde 1960 hasta 1985, el riesgo de leucemia era 12 veces superior en aquellas pacientes que recibieron quimioterapia que en aquellas que sólo fueron sometidas a cirugía" (Associated Press, 5 de enero de 1990). Entre 5 y 10 por ciento de todos los pacientes que sobreviven a la quimioterapia, luego mueren de leucemia durante los primeros diez años posteriores al tratamiento, según el microbiólogo egresado de Harvard, Dr. John Cairns. Cuando la quimioterapia y la radiación se aplican conjuntamente, los tumores secundarios se dan en una proporción aproximadamente 25 veces mayor que lo esperable. Esta determinación tan contundente fue realizada por el Dr. John Laszlo, vicepresidente superior de investigación de la Sociedad Americana contra el Cáncer. 15

La quimioterapia puede ser uno de los tratamientos más devastadores física y emocionalmente. La mayoría de las cuarenta drogas oncológicas en el mercado aprobadas por la FDA producen calvicie; el cabello puede tardar años en regresar a la normalidad. Entre otros efectos colaterales comunes se incluyen náuseas extremas y vómitos, encías sangrantes, llagas alrededor de la boca, sangrado y ulceración del tracto gastrointestinal, y cándida (aftas). Muchos pacientes comentan que sienten que los efectos colaterales les resultan peores que la propia enfermedad. Numerosas autopsias han demostrado que muchos pacientes mueren a causa del tratamiento normal que reciben antes de que el tumor en sí tenga oportunidad de matarlos.16

Los cánceres que causan la muerte de la mayoría de los pacientes, los grandes asesinos tales como el cáncer de mamas, colon, y pulmón no responden a la quimioterapia. La quimioterapia tiene apenas una efectividad limitada en los tumores grandes o expandidos; generalmente tiene éxito con los tumores pequeños, muy tempranos. Diversos estudios indican que la quimioterapia no posibilita la supervivencia en el cáncer de mama. "La quimioterapia puede incluso llegar a acortar la supervivencia de algunos pacientes (con cáncer de mama) sometidos a este tratamiento", según seis especialistas oncológicos británicos que escriben para el prestigioso periódico médico británico The Lancet.17

"Los médicos generalistas son intimidados a usar regímenes que ya saben no han de funcionar. Uno de los ejemplos más evidentes es la quimioterapia, la cual no funciona con la mayoría de cánceres" decía Alan Levin, Doctor en Medicina, en una conferencia nacional sobre los abusos en la medicina realizada en 1985. Profesor distinguido de inmunología en la Universidad de California, Facultad de Medicina de San Francisco, Levin agregaba: "A pesar de que la mayoría de los médicos está de acuerdo con que la quimioterapia resulta en gran medida ineficaz, se ven coaccionados a usarla por grupos de interés especiales que tienen intereses creados en las ganancias que produce la "industria de las drogas". 18 La prescripción de la quimioterapia, cuando ésta tiene pocas o ninguna posibilidad de funcionar, "es en el mejor de los casos estúpido y en el peor de los casos criminal", advierte el Dr. Robert Atkins, conocido médico dedicado a la medicina complementaria.19 A pesar de ello, los médicos oncólogos ortodoxos lo hacen a diario.
La radiación

La terapia con radiación, o radioterapia, empleada en la mitad de los pacientes americanos con cáncer utiliza rayos X de alta intensidad para debilitar la capacidad reproductiva de las células del cáncer. También se utiliza radioactividad emanada de implantes artificiales, tales como las "semillas" de cobalto-60 o radio insertadas directamente en el cáncer. El problema con la radiación es que, como en el caso de la quimioterapia, daña a las células normales y saludables eliminando a su vez las células del cáncer. La radiación deprime severamente la inmunidad y puede causar daños cromosomáticos graves tanto a nivel de las dosis de diagnóstico como terapéuticas. La radioterapia es un poderoso cancerígeno; provoca cánceres secundarios en muchos pacientes expuestos a esta terapia. En un estudio, el 17 por ciento de los pacientes tratados con radioterapia desarrollaron cánceres secundarios, en el curso de 20 años, en los sitios expuestos a la radiación.

La radiación puede lograr la remisión en 5 años en el 80 por ciento de los pacientes con la enfermedad de Hodgkin detectada muy tempranamente y además resulta efectiva en el tratamiento del Linfosarcoma, el cáncer de próstata localizado no operable, y tumores localizados en la cabeza, cuello, y cervix. Este tratamiento probablemente resulte preferible antes que la cirugía en algunos cánceres, como el de laringe o próstata. En el caso del tratamiento del cáncer de mama, la lumpectomía combinada con la radioterapia parece disminuir las posibilidades de reincidencia en la mama afectada, aunque esto está en disputa ya que pueden aparecer cánceres posteriores diez años después de la exposición.

A pesar de estos éxitos, la radiación parece tener un valor limitado en el tratamiento del cáncer y a menudo resulta más nocivo que beneficioso.

Varios estudios han demostrado que las personas que han sido sometidas a la radioterapia son más propensas a desarrollar metástasis en otros sitios del cuerpo. Esto es lo que menciona el Médico Oncólogo Lucien Israel, consultor del Instituto Nacional contra el Cáncer, en su libro Conquering Cancer (La Conquista del Cáncer).20 La radioactividad usada para matar las células del cáncer también puede activar el proceso de mutación que crea nuevas células de cáncer de otros tipos.

La radioterapia causa daños y trastornos en los órganos y tejidos del cuerpo. Diversos estudios han demostrado que no ofrece posibilidades de supervivencia en la mayoría de los cánceres. "La mayoría de cánceres", escribe John Cairns en Scientific American, en su número de noviembre de 1985, "no se puede curar mediante la radiación porque la dosis de rayos de X necesaria para matar a todas las células de cáncer también podría matar al paciente". Cairns es profesor en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard.

La radioterapia aplicada luego de la cirugía en el cáncer de mama incrementa el índice de mortandad, según varios ensayos clínicos y un estudio publicado en The Lancet.21 A pesar de ello, el 50 por ciento de los radiólogos continúan aplicando radiación a mujeres luego de la cirugía de mama. "Las complicaciones resultantes por altas dosis de radioterapia en el cáncer de mama son: pechos fibrosos, reducidos, fracturas de costilla, cicatrización pleural y/o pulmonar, lesiones en nervios, cicatrización alrededor del corazón, la supresión de todas las células de la sangre, inmunosupresión", según mencionaba Robert F. Jones, Doctor en Medicina, en el Seattle Times en su publicación del 27 de Julio de 1980. "Muchas de las complicaciones ocasionadas por la radiación no se hacen evidentes durante varios años posteriores al tratamiento, dando al terapeuta y al paciente un falso sentido de seguridad por uno o dos años después de la terapia .... La médula ósea, donde se generan las células de la sangre, resulta considerablemente obliterada en el campo de irradiación .... Éste es un efecto irreversible".

No hay mucho acuerdo dentro de la fraternidad médica acerca del papel apropiado de la quimioterapia combinada con la radioterapia en el tratamiento de tumores malignos. Las opiniones de los oncólogos varían entre la aprobación entusiasta y la fuerte oposición. Como se mencionó anteriormente, las personas sometidas tanto a la quimioterapia como a la radiación experimentan cánceres posteriores con una frecuencia veinticinco veces superior a la de la población en general.

Los efectos colaterales de la terapia con radiación incluyen a la inmuno-deficiencia severa y prolongada, además de daños cromosómicos que producirán cáncer más tarde. "Incluso la aplicación de dosis muy moderadas de radiación en los testículos y ovarios pueden causar la esterilización o inducir a mutaciones genéticas", advierte el Dr. Israel.22 La radioterapia puede impedir de manera permanente el crecimiento de los niños. Entre sus otros efectos colaterales se incluyen:

Náuseas, vómitos, excesiva debilidad y fatiga, a veces ocasionando a los pacientes "lesiones o úlceras. . . en la boca, garganta, intestinos, áreas genitales y otras partes del cuerpo...." (Sociedad Americana del Cáncer, Cáncer Book, 1986.). Las heridas en la boca pueden dificultar la alimentación del paciente.

Necrosis de huesos de la boca luego de la irradiación de la lengua, boca, o encías.

Pérdida de pelo temporaria o permanente, dependiendo de la dosificación.

Ronchas y quemaduras extensas de la piel y las membranas mucosas.

Dilatación permanente de pequeños capilares y arterias debajo de la piel en pacientes que presentan una amplia área de irradiación, como en el caso del cáncer de mama.

Amenorrea en las mujeres próximas a la menopausia expuestas a apenas 400 rads de radiación. (Rad significa "dosis de radiación absorbida" la cual constituye la unidad básica de radiación ionizante)

"Ulceras rectales, fístulas, ampollas ulceradas, diarrea, y colitis" en "mujeres sometidas a la radiación de la cavidad pelviana. (ACS, Cáncer Book, 1986.)

Hinchazón de tumores después de una sola dosis grande de radiación. Esto es especialmente peligroso en los tumores cerebrales. Los pacientes pueden recibir corticoesteroides a fin de prevenir este efecto.

Muchos médicos creen que la radioterapia es relativamente inofensiva, de modo que siguen recomendando a sus pacientes este tratamiento altamente lucrativo, como un paliativo. Pero aún los niveles "seguros" de radiación son sospechosos. Los primeros estudios realizados en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York demostraron que la radioterapia era mortal y que los pacientes que no recibieron radiación vivieron mucho más tiempo que aquéllos que sí fueron irradiados. Estos y otros hallazgos similares fueron presentados al Congreso en 1953 en el famoso Informe Fitzgerald donde se acusaba al establishment médico de conspirar activamente para eliminar terapias alternativas prometedoras contra el cáncer.23 Pero estos importantes estudios fueron ignorados, y la industria de la radioterapia siguió su camino. "Durante 30 años los radiólogos de este país han estado involucrados en una mala praxis masiva" acusaba el Dr. Irwin Bross en 1979.24 Bross, ex director de bioestadística del Roswell Park Memorial Institute, no logró conseguir los fondos necesarios para investigar el encubrimiento realizado durante treinta años de lo que él denomina "cáncer médico por radioterapia".

La cirugía

La cirugía a veces es un requisito vital en el tratamiento del cáncer. Resulta eficaz como cura de tumores tempranos, pequeños que no se han extendido a otras partes del cuerpo. Por ejemplo, la cirugía logra una sobrevida de cinco años en aproximadamente el 70 por ciento de los cánceres uterinos, en el 85 por ciento en los cánceres de piel, el 60 por ciento de los cánceres de mama, y en el 40 por ciento de los cánceres de colon. Pero una vez que el tumor ha crecido más allá de cierto tamaño o se ha extendido a otros sitios, resulta frecuentemente inoperable. No existe una manera confiable de decir si un tumor está localizado o ha producido metástasis. En el cáncer de mama en su fase temprana, el 30 por ciento o más de las mujeres que han recibido un pronóstico favorable después de la cirugía experimentan la reincidencia del cáncer, según las últimas cifras proporcionadas por el Instituto nacional contra el Cáncer.25

Los cirujanos habitualmente dicen a sus pacientes oncológicos, "lo extirpé todo", pero muchos estudios han demostrado que algunas células de cáncer quedan en 25 a 60 por ciento de los pacientes, permitiendo de este modo la reincidencia de crecimientos malignos. Según numerosos médicos, la cirugía es a menudo responsable de la expansión del cáncer. Un error microscópico o un descuido en la manipulación del tejido del tumor por parte del cirujano puede esparcir literalmente millones de células cancerosas en el torrente sanguíneo. La biopsia quirúrgica, un procedimiento utilizado para detectar el cáncer en su fase temprana, puede también contribuir a la expansión del cáncer. "A menudo durante la biopsia de un tumor maligno se lo corta transversalmente lo cual tiende a extender o acelerar su crecimiento. Los mismos resultados trágicos se pueden observar en las biopsias realizadas con agujas," observaba el Dr. William Kelley.26

La cirugía debilita la inmunidad, produce una enorme tensión sistémica al paciente, y puede causar la muerte súbita. Muchos pacientes de cáncer han fallecido en el quirófano, o poco después de salir de la operación, a causa de las complicaciones de la cirugía. Algunas operaciones quirúrgicas se realizan inútilmente. "Aunque se ha demostrado de manera concluyente que la escisión del nodo linfático después de la radiación no previene la expansión del cáncer cervical, habitualmente se siguen realizando linfadenectomias en todo el país. Esto a pesar del hecho de que las linfadenectomias hacen que las mujeres se sientan tan mal que prefieren la muerte, y de que se ha demostrado que constituyen un procedimiento probadamente inútil. 27
El dolor, la desfiguración, y la restricción de la función acompañan frecuentemente a la cirugía. Muchos pacientes de cáncer quedan debilitados, lisiados, traumatizados, o humillados después de la operación. Un número sorprendente de pacientes oncológicos "curados" ha visto sus vidas estropeadas a causa de una cirugía "exitosa". Por todos estos motivos, cortar el cuerpo no es la respuesta final al cáncer.


-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Referencias

1. Gary Null "Medical Genocide Part 16," Penthouse, 1987, citado en Barry Lynes, The Healing of Cancer (Queensville, Ontario: Marcus Books, 1989), p. 10. .
2. John Cairns, The Treatment of Diseases and the War Against Cancer," Scientific American, noviembre 1985.
3. W.H. Cole, "Opening Address: Spontaneous Regression of Cancer and the Importance of Finding Its Cause," Conferencia
sobre Regresión espontánea del cáncer, EEUU. Ministerio de Salud Educación y Bienestar Social, Servicio de Salud Pública, Institutos de Salud Pública, monografía 44, Ministerio de Salud Educación y Bienestar Social Pub. No. (NIH) 76-1038, 1976, pp. 5-9.
4. Judith Glassman, The Cancer Survivors (Garden City, NY: Dial Press, 1983), pp. 323-324. .
5. Harold D. Foster, "Lifestyle Changes and the 'Spontaneous' Regression of Cancer: An Initial Computer Analysis,"
Publicación International de Investigación Biosocial Research, vol. 10, no. 1, 1988, pp. 17-33, reimpreso en Healing Newsletter, vol. 5, no. 3, disponible en el Instituto Gerson .
6. Peter Barry Chowka, "The National Cancer Institute and the Fifty Year Cover Up,. East West Journal, January 1978, citado en Lynes, op. cit. .
7. Hardin B. Jones, "A Report on Cancer,. speech delivered to the American Cancer Society's 11th Annual Science Writers' Conference, Nueva Orleans, Louisiana, 7 de marzo 1969, publicado en The Choice, mayo1977. .
8. Barrie Cassileth et al., "Contemporary Unorthodox Treatments in Cancer Medicine," Anales de Medicina Interna, vol. 101, 1984, pp. 105-112. .
9. Robert Houston, Repression and Reform in the Evaluation of Alternative Cancer Therapies, Proyecto CURE, Washington, D.C., 1987, p. 13. .
10. Ralph Moss, The Cancer Industry (New York: Paragon House, 1989), p. 98. .
11. Houston, op. cit., p. 7. .
12. "Assessing the Efficacy and Safety of Medical Technologies," Congreso de EEUU, Oficina de Evaluación Technológica, PB 286-929, 1978, p. 7. .
13. Ken Wilber, Grace and Grit: Spirituality and Healing in the Life and Death of Treya Killam Wilber (Boston: Shambhala, 1991), cap. 15. .
14. Revista de Medicina del estado de Nueva York, Mazo 1971, p. 554. .
15. John Laszlo, Understanding Cancer (NewYork:~ Harper and Row, 1987). .
16. Dick Richards, The Topic of Cancer: When the Killing Has to Stop (Oxford, Inglaterra y Nueva York: Pergamon Press, 1982). .
17. T.J. Powles et al., "Failure of Chemotherapy to Prolong Survival in a Group of Patients With Metastatic Breast Cancer," The Lancet, 15 de marzo 1980, p. 580. .
18. Dissent in Medicine: Nine Doctors Speak Out (Chicago: Contemporary Books, 1985). .
19. Robert C. Atkins, Dr. Atkins' Health Revolution: How Complementary Medicine Can Extend Your Life (Nueva York: Bantam Books, 1990), p. 332. .
20. Lucien Israel, Conquering Cancer (Nueva York: Random House, 1978), p. 95. .
21. Jan Stjernsward, "Decreased Survival Related to Irradiation Postoperatively in Early Operable Breast Cancer," The Lancet, 30 Noviembre 1974; y Mark Fuerst, "Doctors Persist With Outmoded Cancer Therapies," Foro sobre Cáncer, vol. 9, no. 7-8, Winter 1988-1989, p. 11. .
22. Israel, op. cit., p. 95. .
23. Ben Fitzgerald, Congressional Record, 28 de agosto 1953; y ver Lynes, op. cit. .
24. Citado en Moss, op. cit., p. 72. .
25. "Primary Treatment Is Not Enough for Early Stage Breast Cancer," Actualización, Instituto Nacional del Cáncer, Oficina de Comunicaciones sobre cáncer, 18 de mayo 1988. .
26. William D. Kelley, Dr. Kelley's Answer to Cancer (Winthrop, WA: Wedgestone Press, 1986), p. 11. .
27. Patrick McGrady, Jr., "The Cancer Patient's Quandary," Townsend Letter for Doctors, no. 16, Junio 1984, p. 99.
Eficacia Real de los Tratamientos Anticancer
En 1999 año murieron en los  hospitales de España 371.102 personas. De ellas, 94.566 (el 25,48%) a causa de tumores; es decir, de cáncer. Luego una de cada cuatro personas que muere en un hospital español lo hace de cáncer. Una cifra mareante que, encima, no refleja la realidad porque buena parte de los enfermos terminales de cáncer son enviados a morir a sus casas por los oncólogos "cuando ya no pueden hacer nada por ellos".


Los médicos son la tercer causa de muerte en los EE.UU.: causan 250.000 muertes por año

Este artículo del Journal of the American Medical Association (JAMA) es el mejor que he visto en toda mi vida, publicado en la literatura científica, que documenta la tragedia del paradigma médico tradicional.
Esta información es una continuación del Informe del Instituto de Medicina que apareció en los medios en diciembre de 1999, pero era difícil hallar las referencias de los datos dado que no apareció en una publicación con reseña académica. Ahora se ha publicado en el JAMA, que es la publicación médica con mayor circulación del mundo.
La autora es la Dra. Barbara Starfield, de la Escuela de Higiene y Salud Pública John Hopkins, y describe cómo el sistema de salud de los EEUU puede contribuir a la mala salud.
Todas estas son muertes por año:

  • 12.000 – cirugías innecesarias (8)

  • 7.000 – errores de medicación en hospitales (9)

  • 20.000 – otros errores en hospitales (10)

  • 80.000 – infecciones en hospitales (10)

  • 106.000 – efectos negativos de medicamentos (que no son errores) (2)

¡Esto suma 250.000 muertes por año por causas iatrogénicas!
¿Qué significa “iatrogénicas”? El término se define como “inducido en un paciente por la actividad, manera, o terapia utilizada por un médico.” Se usa especialmente refiriéndose a una complicación del tratamiento.
La Dra. Starfield nos advierte sobre cómo interpretar estos números:

  • En primer lugar, la mayoría de estos datos provienen de estudios realizados en pacientes hospitalizados

  • En segundo lugar, estas estimaciones son solamente de muertes, y no incluyen los efectos negativos asociados a la incapacidad o al malestar.

  • En tercer lugar, las estimaciones de muertes debidas a errores son más bajas que las del informe del Instituto de Medicina (1)

Si se utilizan las estimaciones más altas, las muertes debidas a causas iatrogénicas estarían entre 230.000 y 284.000. De cualquier manera, 225.000 muertes por año constituye la tercer causa de muerte en los EEUU, después de las muertes por enfermedad cardiovascular y cáncer. Incluso si son exagerados, hay un amplio margen entre este número de muertes y la siguiente causa principal de muerte (enfermedad cerebrovascular).
Otro análisis concluyó que entre 4% y 18% de los pacientes regulares experimentan efectos negativos en ámbitos ambulatorios, incluídos:

  • 116 millones de visitas extra al médico

  • 77 millones de recetas extra

  • 17 millones de visitas a la sala de emergencias

  • 8 millones de hospitalizaciones

  • 3 millones de admisiones por tiempo prolongado

  • 199.000 muertes adicionales

  • 77.000 millones de dólares extra de gastos

El alto costo del sistema de salud se considera un déficit, pero parece ser tolerado por la creencia de que el mayor gasto proporciona más salud salud.
Sin embargo, la evidencia de algunos estudios indica que hasta el 20% o 30% de los pacientes recibe cuidados inadecuados.
Entre 44.000 y 98.000 de los mismos mueren cada año como resultado de errores médicos (2)
Esto podría tolerarse si resultara en mejor salud, pero, ¿es así? En una reciente comparación entre 13 países (3,4), los EE.UU. se ubican en promedio en el puesto 12, según 16 indicadores de salud. Más especificamente, la ubicación de los EE.UU. para varios indicadores fue: * 13° (último) en porcentaje de nacimientos con bajo peso

  • 13° en mortalidad neonatal y mortalidad infantil general (14)

  • 11° en mortalidad post neonatal

  • 13° en años de vida potencial perdidos (excluyendo las causas externas)

  • 11° en expectativa de vida de mujeres al año de vida, 12° para hombres.

  • 10° en expectativa de vida a los 15 años, para mujeres; 12° para hombres

  • 10° en expectativa de vida a los 40 años, para mujeres; 9° para hombres

  • 7° en expectativa de vida a los 65 años, para mujeres; 7° para hombres

  • 3° en expectativa de vida a los 80 años, para mujeres; 3° para hombres

  • 10° para mortalidad ajustada de acuerdo a la edad

La pobre performance de los EE.UU. fue confirmada recientemente por un estudio de la Organización Mundial de la Salud, que uso datos distintos y ubicó a los Estados Unidos en el puesto 15° entre 25 países industrializados.
Existe la percepción de que el público norteamericano “se porta mal” (fuma, toma alcohol y es violento). Sin embargo, los datos no apoyan este supuesto.

  • El porcentaje de mujeres que fuman va desde el 14% en Japón hasta el 41% en Dinamarca; en los Estados Unidos, es de 24% (el quinto mejor). En el caso de los hombres, el porcentaje va desde 26% en Suecia hasta 61% en Japón; en los Estados Unidos, es de 28% (el tercer mejor).

  • Los EE.UU. se ubican en el quinto mejor lugar en relación al consumo de alcohol.

  • En los EE.UU., el consumo de grasas animales es relativamente bajo (el quinto más bajo para hombres de entre 55 y 64 años entre 20 países industrializados), y la concentración promedio de colesterol en sangre es la tercera más baja, en hombres de entre 50 y 70 años, entre 13 países industrializados.

Está claro que la falta de tecnología no es un factor que contribuya a la baja ubicación de los EE.UU. en el ránking:

  • Entre 29 países, los Estados Unidos se ubican segundos (después de Japón) en cuanto a disponibilidad de unidades de imagen por resonancia magnética y de tomógrafos computados, por cada millón de personas. (17)

  • Sin embargo, Japón está primero en salud, mientras que los EE.UU. se ubican entre los últimos.

  • Es posible que en Japón, la elevada utilización de tecnología se limite al diagnóstico, y no incluya altas tasas de tratamiento, mientras que en los EE.UU., las altas tasas de tecnología de diagnóstico pueden estar relacionadas a mayores tasas de tratamiento.

  • Dando sustento a esta posibilidad, existen estadísticas que muestran que el número de empleados por cama (al equivalente de tiempo completo) en los Estados Unidos es el más alto entre todos los países del ránking, mientras que en Japón el número es muy bajo, mucho menor que lo que se puede atribuir a la habitual práctica de que los miembros de la familia cuiden a los enfermos, en vez del personal del hospital.

Journal of the American Medical Association
, 26 de Julio, 2000; 284(4):483-5



Comentario del Dr. Mercola
: Amigos, esto es lo que se llama un artículo histórico. Se publican pocos así cada año. Una de los motivos principales por el que es tan importante es que está publicado en el JAMA, que es la revista médica más grande del mundo entero y una de las más respetadas. Me llamó mucho la atención que Reuters, la mejor agencia de noticias del mundo, no tomara este artículo. No tengo idea de por qué lo dejaron pasar.
Le recomiendo que agregue este artículo a su lista de Favoritos, y que le relea varias veces, para poder usar las estadísticas para contrarrestar los argumentos de amigos y parientes que estén muy hechizados por el paradigma médico tradicional. Estas estadísticas demuestran con mucha claridad que el sistema simplemente no funciona. Está descompuesto y necesita desesperadamente ser reparado.
Yo solía decir que los medicamentos son la cuarta causa de muerte en este país. Sin embargo, este artículo pone muy en claro que el número que tiene más fuerza es que los médicos son la tercer causa de muerte en este país, matando a alrededor de 250.000 personas cada año. Las únicas causas más frecuentes de muerte son el cáncer y la enfermedad cardíaca. Es probable que estos valores sean mucho menores que la realidad, ya que gran parte de la notificación de muerte describe únicamente la causa de la falla del órgano y no tiene en cuenta para nada las causas iatrogénicas.
Japón parece haberse beneficiado al reconocer que la tecnología es maravillosa, pero que si usted diagnostica algo con ella, no significa que debería tratar el problema utilizando el paradigma tradicional. Sus estadísticas de salud reflejan este aspecto de su filosofía, ya que gran parte de su tratamiento no es ningún tratamiento, sino cuidados amorosos brindados en el hogar.
La respuesta es el cuidado, no el tratamiento. En raras ocasiones los medicamentos, la cirugía y los hospitales son la respuesta a los problemas de salud crónicos. La clave es facilitar la capacidad de sanación dada por Dios que todos tenemos. Es básico mejorar la alimentación, el estilo de vida, y hacer ejercicio. Para maximizar la salud y reducir la incidencia de las enfermedades, también es importante ocuparse efectivamente de las heridas emocionales y espirituales que están detrás de la mayoría de las enfermedades crónicas.



Información sobre la autora y el artículo

Autora: Departamento de Políticas y Administración de Salud, Escuela de Higiene y Salud Pública John Hopkins, Baltimore, MD.
Para comunicarse con la autora:


Referencias

1. Schuster M, McGlynn E, Brook R. How good is the quality of health care in the United States? Milbank Q. 1998;76:517-563.
2. Kohn L, ed, Corrigan J, ed, Donaldson M, ed. To Err Is Human: Building a Safer Health System. Washington, DC: National Academy Press; 1999.
3. Starfield B. Primary Care: Balancing Health Needs, Services, and Technology. New York, NY: Oxford University Press; 1998.
4. World Health Report 2000. Disponible en: http://www.who.int/whr/2000/en/report.htm. Consultado el 28 de Junio de 2000.
5. Kunst A. Cross-national Comparisons of Socioeconomic Differences in Mortality. Rotterdam, the Netherlands: Erasmus University; 1997.
6. Law M, Wald N. Why heart disease mortality is low in France: the time lag explanation. BMJ. 1999;313:1471-1480.
7. Starfield B. Evaluating the State Children's Health Insurance Program: critical considerations. Annu Rev Public Health. 2000;21:569-585.
8. Leape L.Unecessarsary surgery. Annu Rev Public Health. 1992;13:363-383.
9. Phillips D, Christenfeld N, Glynn L. Increase in US medication-error deaths between 1983 and 1993. Lancet. 1998;351:643-644.
10. Lazarou J, Pomeranz B, Corey P. Incidence of adverse drug reactions in hospitalized patients. JAMA. 1998;279:1200-1205.
11. Weingart SN, Wilson RM, Gibberd RW, Harrison B. Epidemiology and medical error. BMJ. 2000;320:774-777.
12. Wilkinson R. Unhealthy Societies: The Afflictions of Inequality. London, England: Routledge; 1996.
13. Evans R, Roos N. What is right about the Canadian health system? Milbank Q. 1999;77:393-399.
14. Guyer B, Hoyert D, Martin J, Ventura S, MacDorman M, Strobino D. Annual summary of vital statistics1998. Pediatrics.
1999;104:1229-1246.
15. Harrold LR, Field TS, Gurwitz JH. Knowledge, patterns of care, and outcomes of care for generalists and specialists. J Gen Intern Med. 1999;14:499-511.
16. Donahoe MT. Comparing generalist and specialty care: discrepancies, deficiencies, and excesses.
Arch Intern Med. 1998;158:1596-1607.
17. Anderson G, Poullier J-P. Health Spending, Access, and Outcomes: Trends in Industrialized Countries. New York, NY: The Commonwealth Fund; 1999.
18. Mold J, Stein H. The cascade effect in the clinical care of patients. N Engl J Med. 1986;314:512-514.
19. Shi L, Starfield B. Income inequality, primary care, and health indicators. J Fam Pract. 1999;48:275-284.